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EN EL DÍA DE LA MUJER


Celebran hoy los países civilizados del mundo el “Día Internacional de la Mujer”. A estas alturas pensamos que ya sobraría conmemorar el día del llamado sexo débil, dadas sus condiciones humanas reconocidas por todos y de las cuales hacen gala ellas mismas en los más importantes foros, congresos, universidades, academias y cargos públicos y privados en el país, y, por supuesto, de los logros que han alcanzado en los últimos años en todos los escenarios de la vida cotidiana.

​ Sin embargo, fueron necesarios un poco más de veinte siglos para que la mujer alcanzara en el mundo la misma escala que ocupa el hombre y para que pudiera ocupar, con lujo de competencia y sobrados méritos, tan altas posiciones no solamente en la sociedad, sino en la vida civil y política, las que hoy comparte con éste, con iguales glorias y satisfacciones.

​ En nuestro continente, varios hechos de singular importancia, casi todos ocurridos durante la última centuria, significaron para la mujer no solo la concreción definitiva de su liberación y el reconocimiento de una sociedad en principio resistida a ello, sino la totalidad de sus justas aspiraciones.

​ En la tercera década del siglo pasado en la mayoría de nuestros países se legisló sobre la mujer casada, reconociéndosele la plenitud de los derechos para usar y disfrutar de sus bienes materiales. Más de 20 años después, se les otorgó la igualdad absoluta con los hombres de los derechos políticos, de tal manera que podían elegir y ser elegidas. Y hace una década se aprobó la llamada Ley de Cuotas que obliga a los distintos gobiernos e instituciones públicas a mantener una representación femenina en todos los cargos directivos no inferior al 30 %.

​ Además, hoy en Colombia y otros países de América hace trámite en sus Congresos de las Repúblicas un proyecto de ley presentado y defendido por la bancada de mujeres, que desarrolla entre otras cosas, los principios de paridad, alternancia y universalidad para la participación política de las mujeres que entre otras cosas no se compadece con la importancia y valía de ellas en esta actividad.

​ De cualquier manera, gracias a su consagración, equilibrio, honestidad y aspiraciones la mujer americana superó los complejos y alcanzó singulares logros en la escala del ser humano en franca emulación con el hombre, que le permitieron intervenir con sobrados méritos en los asuntos de la vida cotidiana y disputar con suficiente solvencia académica e intelectual, y con indiscutible capacidad, los lugares hasta hace poco reservados para aquel.

​ Al felicitar, pues, a todas las mujeres en su día y reconocer el invaluable aporte que le han hecho a la sociedad, pedimos su mayor participación en las posiciones de elección popular, especialmente en las alcaldías y gobernaciones, con la seguridad que le harían un aporte fundamental a America, y que buena parte de nuestros males y preocupaciones desaparecerían.

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